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domingo, 20 de febrero de 2011

Ola Reformista en el Mundo Arabe afecta Estructura de Seguridad de los EEUU

Washington, 20 feb (dpa) - La ola de protestas que sacude el mundo árabe supone un problema estratégico cada vez mayor para Estados Unidos. El foco de la preocupación norteamericana está ahora en Bahréin, donde se encuentra estacionada la quinta flota de la Marina.

Los más recientes acontecimientos tienen todos los ingredientes para una película de Hollywood. El pueblo de Egipto unió sus fuerzas para derrocar a su dictador y en la otra punta del globo, el presidente de Estados Unidos celebró el momento histórico y lo comparó con la caída del Muro de Berlín. Sin embargo, en lugar de un final feliz, Barack Obama presenció el comienzo de una serie con final imprevisible en lo que respecta a su política exterior.

Y es que a diferencia de lo que hacían pensar las palabras de elogio al pueblo egipcio de Obama tras la retirada de Hosni Mubarak, los repentinos cambios en Cercano Oriente le deparan considerables complicaciones.

 

Estructura de Seguridad en la Región pierde Estabilidad

 

Casi impotente tiene que contemplar cómo en sólo unas pocas semanas la estructura de seguridad norteamericana construida en la región con grandes esfuerzos durante décadas pierde su estabilidad. Estados Unidos se pregunta inquieto si países como Egipto, Jordania o Yemen, pilares de su estrategia regional, podrán resistir el terremoto político.

Especialmente Bahréin, un aliado desde hace años, se encuentra ante un cambio repleto de riesgos. Estados Unidos teme que también allí el movimiento democrático termine expulsando al régimen que le es leal y lo sustituya por un gobierno menos amistoso.

“Es un objetivo natural de Irán intentar expulsar a la 5ta Flota de Bahréin”


Los saudíes disfrutan de la protección especial que les brinda la Marina frente a Irán, sin que tengan que acoger a soldados estadounidenses en su territorio. Ya sólo por eso Irán anhela la caída de los amigos de Estados Unidos en Manama. “Es un objetivo natural de Irán intentar expulsar a la quinta flota de Bahréin”, dijo Elliot Abrams, del Consejo de Relaciones Exteriores en Washington.

El presidente norteamericano ofrece la misma imagen que durante la revolución en Egipto: como premio Nobel de la Paz, Obama apuesta por la democracia. Como político realista, sin embargo, espera que haya estabilidad en Bahréin.

Y continúa con una diplomacia poco definida, aunque esos titubeos podrían volver a convertirle en blanco de críticas. “No es fácil fomentar la democracia y al mismo tiempo proteger monarquías”, se burlaba recientemente el diario “Los Angeles Times”.

Obama estuvo días observando en silencio la violencia empleada contra manifestantes pacíficos en Bahréin antes de decidirse a llamar al rey Hamad bin Isa al Jalifa a la moderación y a acometer reformas.
Probablemente la llamada de atención al monarca bahreiní le resultase desagradable a Obama después de que su secretaria de Estado, Hillary Clinton, calificara en diciembre pasado al rey de ejemplo para la región. Entonces Clinton afirmó que estaba “impresionada por la defensa del gobierno” de la democracia durante su visita a Manama.

Sin embargo, Bahréin no es ni mucho menos la última pieza del rompecabezas árabe. ¿Qué va a ser de la guerra encubierta contra Al Qaida en Yemen si el régimen es depuesto? ¿Qué postura deberá adoptar el gobierno norteamericano respecto a las manifestaciones en Irán y Libia?

Hallar respuestas a estos interrogantes “es una tarea imposible”, opina el experto en Cercano Oriente Aaron David Miller, quien fue consejero de numerosos secretarios de Estado norteamericanos. “La verdad es que estamos estancados”, añadió.

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